Alimentarse equilibradamente: Llevar una dieta equilibrada es clave. Se pueden incluir alimentos de toda clase, pero se deben evitar los excesos. Hay que aportar nutrientes al organismo para que funcione correctamente.
Respetar las cuatro comidas diarias: El desayuno debe constar de una fruta, un lácteo y un hidrato. En tanto que la cena o el almuerzo deben estar compuestos por un 50% de vegetales, un 25% de hidratos de carbono y un 25% de proteínas
Hacer actividad física: Realizar ejercicio de manera constante produce múltiples beneficios. Reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, quema calorías, y fortalece músculos y huesos. Además, reduce el colesterol «malo» y aumenta el «bueno».
Hidratarse: Es indispensable beber, al menos, dos litros de agua por día. De esta manera, se eliminan toxinas, se favorece el metabolismo y la digestión, y se mejora el aspecto de la piel y del pelo.
Dormir: Es una de las funciones más esenciales para sentirse bien. Se recomienda dormir entre seis y ocho horas por día para recuperar las energías perdidas.
Reducir el consumo de alcohol y no fumar: Ingerir alcohol en exceso y fumar son dos hábitos perjudiciales para el organismo. Con el tiempo pueden tener efectos nocivos. Por eso, es aconsejable dejarlos de lado.
Mantener en forma la mente: Al cerebro hay que entrenarlo y ponerlo a prueba constantemente. Esto disminuye el riesgo a padecer deterioro cognitivo y aparición de demencia.
Asearse: Para que el organismo esté saludable, es importante lavarse las manos, bañarse todos los días, usar ropa limpia y cepillarse los dientes tres veces diarias.
Reducir el consumo de grasas saturadas: Este tipo de grasas se encuentran en la comida chatarra.