¿Qué es la quemadura de sol?
Es la reacción eritematosa (piel colorada) y dolorosa en respuesta a una excesiva exposición solar. Se estima que aproximadamente un 30% de los adultos y hasta un 70% de niños y adolescentes manifiestan este cuadro al menos una vez al año (especialmente en época de vacaciones). Hoy se considera que la exposición repetida tiene un carácter acumulativo. No solo se trata de las molestias particulares del momento sino de las consecuencias de su repetición en el tiempo, que pueden aumentar el riesgo de cáncer de piel.
¿Cómo varían los efectos de la exposición de una persona a otra?
No todos estamos expuestos de la misma forma. Las personas más afectadas son aquellas con:
- piel blanca
- pelo claro
- antecedentes de quemaduras de piel aun con poca exposición
- uso de ciertas medicaciones que aumentan la fotosensibilidad (antiinflamatorios no esteroideos, quinolonas, tetraciclinas, psorealenos, amiodarone, furosemida, entre otros).
Por lo general, el eritema (color más rojo de la piel) aparece entre 3 y 5 horas luego de la exposición, con un máximo de 24, para caer luego de las 72 horas. Es importante saber que tanto la arena como la nieve aumentan la radiación.
¿Cómo cuidarse del sol?
La exposición excesiva al sol puede producir envejecimiento de la piel, cataratas y cáncer de piel. Por eso:
- Evitar la exposición entre las 10.00 y las 16.00 horass y permanecer en espacios ventilados.
- Usar protector solar con factor de 30 o más y renovarlo cada 2 horas y después de salir del agua.
- Evitar por completo la exposición al sol de los niños menores de 1 año. Los mayores de esa edad pueden estar al sol solo en horarios permitidos y con la protección necesaria.
- Usar ropas claras, anteojos de sol y sombrero.
- Si se va a realizar actividad física, hacerlo en las horas de menos calor, usar ropa holgada, liviana, de colores claros. Llevar siempre una botella de agua para mantenerse hidratado. No esperar a tener sed. Tomar abundante agua antes, durante y después del ejercicio.
Hay grupos que potencialmente pueden resultar más afectados: las mujeres embarazadas; los bebés y niños pequeños; las personas mayores de 65 años; y quienes padecen enfermedades crónicas como, por ejemplo, afecciones respiratorias o cardíacas, hipertensión arterial, obesidad y/o diabetes.
El sol y los niños
Frente a la exposición al sol, los chicos deben usar gorro de ala ancha y ropa adecuada (trama cerrada). Para evitar los golpes de calor y quemaduras se recomienda darles de beber agua con frecuencia, evitar el sol en horarios cercanos al mediodía, sobre todo de 10.00 a 16.00 horas
Asimismo, es preciso aplicar la pantalla en todo el cuerpo, 30 minutos antes de exponerse al sol, renovarla cada dos o tres horas y después de meterse al agua. Los días nublados y con resplandor, los rayos ultravioletas inciden de igual manera y se debe aplicar pantalla solar siempre.
Por otro lado, la utilización del repelente de insectos es fundamental en zonas con más presencia de mosquitos. Lo ideal es aplicarlo con más frecuencia a la tarde, antes de la puesta del sol. En el caso de los bebés menores de dos meses de edad no se recomienda la aplicación de repelente ya que contiene un químico que puede ocasionarles erupciones en la piel.
Prevención en el agua
La visita a arroyos, ríos y piletas implica que los adultos a cargo de chicos de entre 2 y 5 años desarrollen una mirada atenta para prevenir lesiones no intencionales y ahogamientos. Además, es fundamental que las playas elegidas para bañarse estén habilitadas y cuenten con boyas y guardavidas.
Por su parte, los dispositivos de flotación más conocidos como bracitos no ofrecen la protección necesaria. Por tal motivo, es preferible usar los chalecos homologados por Prefectura (proporcionales al peso y la estatura del chico).
Alimentación en vacaciones
Ante las temperaturas elevadas, lo ideal es consumir alimentos fáciles de digerir como frutas y verduras que en su composición tienen un gran porcentaje de agua. También se recomienda beber abundante líquido (dos litros de agua aproximadamente) e ingerir cereales de todo tipo, poca carne y utilizar métodos de cocción sin grasas.
Cuando hace calor, se aconseja el consumo de alimentos que sean fácilmente digeribles. Cabe citar que las grasas tardan entre dos y cuatro horas en digerirse en el organismo, mientras que las frutas y verduras en dos horas ya finalizaron el proceso digestivo completo.
Además, las altas temperaturas generan un ambiente propicio para el desarrollo de bacterias que pueden causar intoxicación alimentaria. Por esto, es preferible realizar comidas livianas y controlar las normas de seguridad e higiene, o bien elegir lugares seguros para comer.