Cada 15 de febrero se celebra el Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer Infantil, que tiene como objetivo sensibilizar y concienciar sobre los desafíos que representa esta enfermedad en niños y adolescentes. Esta declaración se llevó a cabo en Luxemburgo en el año 2001. Fue creado por la Organización Internacional de Cáncer Infantil, CCI.
¿Qué es el cáncer infantil?
El cáncer es un conjunto de enfermedades con una incidencia muy baja en los niños. El cáncer en pediatría es curable en muchos casos gracias al diagnóstico temprano, el tratamiento adecuado y el cuidado integral del paciente, la posibilidad de sobrevida puede llegar hasta más del 60 por ciento en la Argentina. El tratamiento de los niños con cáncer debe incluir a su familia para darles el asesoramiento y la contención que le permitan llevar adelante el tratamiento.
El cáncer infantil posee características propias definidas, cada una con un nombre, un tratamiento y un pronóstico muy específico. El tipo de cáncer más frecuente en niños en la Argentina es la leucemia. Otros cánceres que afectan a los niños son: tumores del sistema nervioso central, linfoma y sarcoma del tejido blando, entre otros. Existen varios tipos tumorales que se dan casi exclusivamente en los niños, como los neuroblastomas, los nefroblastomas, los meduloblastomas y los retinoblastomas. En cambio, el cáncer de mama, el cáncer de pulmón, el cáncer de colon y el cáncer anorrectal, que suelen afectar a los adultos, son extremadamente raros en los niños.
El término «cáncer infantil» generalmente se utiliza para designar distintos tipos de cáncer que pueden aparecer en los niños antes de cumplir los 15 años. El cáncer infantil es poco frecuente, pues representa entre un 0,5% y un 4,6% de la carga total de morbilidad por esta causa. Las tasas mundiales de incidencia oscilan entre 50 y 200 por cada millón de niños en las distintas partes del planeta.
¿Cuáles son los síntomas?
Dependen del tipo de cáncer del cual se trate algunos síntomas son:
- Anemia, púrpura y fiebre
- Dolores de cabeza acompañados de vómitos, generalmente por la mañana.
- Hinchazones que no desaparecen, sobre todo en el cuello, las axilas, la ingle y el abdomen.
- Prurito y sudoración nocturna.
- Dolor óseo localizado.
- Ojo saltón, mancha blanca en la pupila y estrabismo.
- Moretones o hematomas que aparecen sin que haya habido golpes previos.
- Infecciones frecuentes: baja inmunidad a las enfermedades.
La mayoría de los cánceres infantiles inicialmente presentan signos y síntomas inespecíficos, lo que puede hacer que se detecten en fases ya avanzadas. En los países de ingresos altos, donde los niños suelen estar sometidos a una estrecha vigilancia tanto médica como parental, las posibilidades de una detección precoz son mucho más elevadas. En cambio, en los países de escasos recursos existen además otros obstáculos adicionales que dificultan una detección precoz, como la falta de acceso a los servicios de salud y la escasez de medios de diagnóstico.
¿Se puede prevenir?
Si bien no siempre es posible conocer las causas del cáncer, es posible reducir el riesgo de que los niños sufran cáncer en la adultez, llevando un estilo de vida saludable:
- Una buena alimentación y ejercicio.
- Tomar las precauciones necesarias a la hora de tomar sol.
- Vacunar a las niñas y los niños contra el VPH.
- Informar a los niños y adolescentes sobre los riesgos de fumar y consumir alcohol
Con un diagnóstico precoz, un tratamiento adecuado y el cuidado integral del paciente las posibilidades de que el cáncer infantil pueda curarse se multiplican.
¿Cuáles son los factores de riesgo?
Hasta la fecha se han identificado tan solo unos pocos factores de riesgo en relación con el cáncer infantil, entre ellos las radiaciones ionizantes y la toma de dietilestilbestrol durante el embarazo (una hormona que ya no se utiliza como tratamiento). Algunos cánceres infantiles también guardan relación con la constitución genética, como sugieren las diferencias en las tasas de incidencia entre poblaciones étnicamente distintas. La predisposición individual, por razones genéticas, también puede ser un factor decisivo. Algunos estudios sugieren que ciertos virus como el EBV, el virus de la hepatitis B, el virus del herpes humano o el VIH también pueden incrementar el riesgo de padecer determinados cánceres infantiles.
Fuentes: Secretaría de Salud de la Nación y Organización Mundial de la Salud