El monóxido de carbono (CO) es un gas sumamente tóxico que ingresa al cuerpo a través de la respiración y altamente peligroso porque no es detectable a través de los sentidos ya que carece de olor, sabor y color. Tampoco irrita los ojos ni la nariz, por lo que se lo conoce como «el asesino invisible».
En Argentina, existen 200 casos de muerte por intoxicación con monóxido de carbono por año, todas ellas prevenibles si se toman las medidas adecuadas.
El promedio de vida en personas sanas que respiran aire contaminado por esta sustancia varía de 3 a 4 horas, por ello, es importante tener en cuenta que todo material combustible rico en carbono tales como gas petróleo, carbón, kerosén, nafta, madera, plásticos, requiere de oxígeno para quemarse y cuando su cantidad es insuficiente, la combustión es incompleta y se forma como resultado monóxido de carbono (CO).
Las calderas, los calentadores de agua, los calefones, las estufas, las hornallas y los hornos que queman gas o kerosén pueden producirlo si su funcionamiento no es el correcto. También los hogares o las cocinas a leña, las salamandras, los braseros e incluso los vehículos con el motor encendido lo emiten.
Una gran parte de los casos de intoxicación con monóxido de carbono se deben a un mal estado de las instalaciones de los artefactos a gas. Por eso, es sumamente importante una revisión periódica de las mismas para asegurarse un buen funcionamiento.