Los cuadros alérgicos más comunes se manifiestan con estornudos frecuentes, picazón de ojos, nariz y garganta, aumento de las secreciones y obstrucción nasal.
De hecho, se estima que entre el 18 y el 20% de la población padece síntomas alérgicos. En esta línea, la Academia de Alergia, Asma e Inmunología de Estados Unidos calcula que para el 2030 este tipo de patologías se ubicará entre las diez enfermedades más comunes.
Cabe destacar que las personas más proclives a padecer alergias son hipersensibles a diversas sustancias llamadas “alérgenos”, como el polen y los ácaros que, al inhalarlos, ingerirlos o tocarlos producen estos síntomas. Además, en los últimos años factores como los fenómenos climáticos, con cambios bruscos de temperatura en una misma jornada, altos niveles de humedad y el uso excesivo del aire acondicionado tornan más frecuentes y prolongadas las reacciones en pacientes alérgicos.
No obstante, se sospecha que existe una predisposición hereditaria a las alergias, lo que significa que un niño cuyos padres son alérgicos probablemente desarrollará algún tipo de sensibilización, aunque no necesariamente hacia la misma sustancia que rechazan sus padres. También puede favorecer la aparición de las alergias situaciones en las que bajan o se debilitan las defensas del organismo (tras una infección vírica o durante el embarazo).
A pesar de que son muy molestas, por lo general, las alergias no son complicaciones graves, pero sí pueden acabar en cuadros más complejos, como el asma. Se calcula que el 80 por ciento de los asmáticos tienen, en menor o mayor grado, una base alérgica.
Saber para prevenir
Como cada reacción alérgica es desencadenada por una sustancia específica, el principal objetivo del diagnóstico es identificar ese alérgeno, que puede causar una reacción cuando se deposita sobre la piel o entra en un ojo, es inhalado, ingerido o inyectado.
Existen pruebas que pueden ayudar a determinar si los síntomas están relacionados con la alergia y a identificar la sustancia implicada. Una muestra de sangre puede mostrar muchos eosinófilos, un tipo de glóbulo blanco cuyo número suele incrementarse durante las reacciones alérgicas. La prueba cutánea RAST (radioalergoabsorbente) mide las concentraciones en sangre de anticuerpos IgE específicos de un determinado alérgeno, lo cual puede ayudar a diagnosticar una reacción alérgica en la piel, rinitis alérgica estacional o asma alérgica.
Sin embargo, la mejor manera de controlar el desarrollo de cuadros alérgicos consiste en estudiar cada caso en particular para diagnosticar con precisión a qué alérgeno reacciona el paciente y luego reducir el contacto con esas sustancias y aplicar el tratamiento farmacológico indicado.