Pese a que la mayoría de los exámenes radiológicos habituales tienen poca probabilidad de ser peligrosos durante el embarazo y no representan un riesgo para el feto en desarrollo, existe un pequeño porcentaje de que causen alguna complicación.
Por este motivo, es importante informarle al radiólogo si la paciente está o podría estar embarazada, para que el médico evalúe el riesgo/beneficio de realizar esta práctica en zonas como el abdomen o la pelvis.
Pero para tranquilidad de las embarazadas, las exposiciones por procedimientos diagnósticos comunes no representan un aumento significativo del riesgo que tiene la población general para defectos congénitos.
Según la Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP), las dosis absorbidas por un feto inferiores a 100 miliGy (mGy) no son suficientes para interrumpir un embarazo, mientras que las dosis fetales en radiología diagnóstica son habitualmente inferiores a 50 mGy. Para tener una idea, una dosis fetal de 100 mGy no sería probable que se alcance con tres exámenes de radiografía computarizada de pelvis (TC), ni con 20 estudios de radiodiagnóstico convencionales de abdomen o pelvis.
Asimismo, en cifras prácticas, una radiografía de tórax correspondería a 10 días de exposición a radiación natural y una tomografía computada de abdomen y pelvis correspondería a 3 años de radiación natural.
Etapa del embarazo
Entonces, como cuando una paciente embarazada está enferma o lesionada, el médico debe seleccionar los medicamentos con cuidado para evitar posibles riesgos para el feto; lo mismo debe hacerse con las radiografías.
Cuando se trate de radiografías en áreas lejanas al útero (tórax, cráneo o extremidades), éstas se pueden realizar con seguridad en cualquier momento del embarazo, pero durante este período se debe proteger el abdomen con un delantal plomado.
En cambio, si el feto se encontrase en el haz directo y la radiografía no puede demorarse hasta el final del embarazo, el médico deberá evaluar cada caso e informar a la embarazada de posibles riesgos según la etapa de embarazo, el problema de la mujer y la dosis que requeriría el estudio.
Por lo tanto, es fundamental informar al médico o al técnico de rayos X sobre un posible embarazo antes de que se realice la práctica para que la atención médica pueda ser planificada y reducir los posibles peligros.