El Índice Global de Envejecimiento, financiado por el Fondo de Población de Naciones Unidas para el Desarrollo (UNFPA) que mide la calidad de vida y el bienestar de las personas adultas mayores en el mundo, indica que de 91 países analizados -que cubre el 89 % de la población de personas de 60 años- Argentina se encuentra en la 26º posición en el listado general y 3º en América Latina y el Caribe.
Esta es una tendencia mundial, el número de adultos mayores se duplicará en el 2025 y en el año 2050 será aproximadamente de 2000 millones, reafirmando Argentina su posicionamiento como uno de los países más envejecidos.
El abordaje de la atención de este grupo etáreo requiere acciones múltiples e integradas que preparen a los recursos humanos, servicios e instituciones para implementar estrategias que ayuden a reducir los factores de riesgo asociados con las enfermedades crónicas y romper el ciclo que lleva a las mismas a la discapacidad, y, paralelamente al aumento de los costos potenciales en los sistemas de salud.
Entonces, ¿cómo lograr un envejecimiento activo?
Durante esta etapa de la vida, es importante permanecer activo física, social y mentalmente. La edad no es un obstáculo para realizar actividades que contribuyan a mejorar significativamente la salud y el bienestar de las personas.
Estar en movimiento produce la liberación de las hormonas llamadas endorfinas que son estimulantes y generan sensación de bienestar y ayudan al metabolismo. La actividad física tiene beneficios múltiples e inmediatos para la salud: mejor balance, coordinación, equilibrio, fuerza muscular, flexibilidad, resistencia aeróbica/cardiovascular. Además, juega un papel importante en la prevención y tratamiento de enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, diabetes tipo II y algunos tipos de cáncer.
Cuestión de rutina
Las personas mayores pueden realizar ejercicios físicos de manera sana y sin riesgos, la actividad física no tiene que ser necesariamente un deporte o una actividad agotadora, sino que se puede adaptar a su rutina diaria o ser un pasatiempo y una actividad recreativa. Incorporar pequeños hábitos cotidianos como subir las escaleras a pie, caminar por la calle, o bailar es una buena forma de incorporar actividad física a la vida diaria. No es necesario afrontar gastos en gimnasios o clubes, ya que se puede realizar en su hogar.
Lo importante es realizar la actividad física de forma continua, y si es posible diariamente; pero la misma debe ser leve y permitirle a la persona sentir bienestar y no fatiga.
También es muy significativo participar de actividades culturales, educativas, recreativas, lúdicas y sociales.
Por último, es muy importante para la prevención y el cuidado de la salud tener el calendario de vacunación al día y realizarse los exámenes y consultas de rutina de forma regular de acuerdo a la indicación del médico de cabecera.